jueves, 7 de febrero de 2013

el cielo de Platero




Esta noche se nos ha ido, de repente, sin esperarlo. Tal como llegó, el verano en el que esperabamos al pequeño y una noche de calor, en el pueblo, con el insomnio que me frecuenta, atendí a los quejidos que parecían de un bebe y resultaron ser de una cría de gato. Una bolita de pelo gris y enormes ojos verdes, herida y abandonada. Sin pensar, pasó a formar parte de nuestra familia, junto a Ulises y Sara, la otra gata negra, aportación del consorte, aunque recogida por mi en una calle de la ciudad. Así nuestra casa siempre estaba animada y animalada.
Resultó la gata mas cariñosa del mundo, Kitti, y yo, que siempre fui de perros, aprendí a entender y a querer a estos animales tan inteligentes e independientes. 
Es dificil encajar una pérdida, y a mi me toca ser el puntal que sujeta el dolor. Esta mañana ha sido muy dura, el pequeño todavía no sabe nada. Curiosamente, cuando salía para el colegio me dijo, mama, cierra bien la puerta no se vayan a escapar nuestras niñas.
Le contaré que está en el cielo de Platero, el de Juan Ramón.

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