Entre los sesudos expertos con los que he pasado la tarde y he participado de sus aportaciones intelectuales, he tenido momentos de evasión y en un momento me acordé, no se porqué de Andrés do Barro. Es gracioso, ninguno se le parece, pero hubo momentos en los que las conversaciones me llevaron por diferentes lugares conocidos, con tal intensidad que parecía que estabamos viajando en el tren que me leva pola beira do Miño...
Mientras observaba sus distintos aspectos y sus serios planteamiento culturales, me acordé que hoy, día de San Valentín, antes de entrar a la primera reunión, en un café cercano pude escuchar en la televisión un comentario que me resultó sorprendente, parece la crisis ha afectado también al amor y hemos pasado de dedicar dos horas a la semana a las prácticas amorosas a dedicarnos unos pobres quince minutos. Evidentemente este tema, que en absoluto tenía nada que ver con los temas expuestos me volvió a la cabeza
y para romper el hielo y el aburrimiento, ya cuando finalizabamos la jornada, en mi línea de dejarlos descolocados, se me iluminó la cara y les recordé la festividad de hoy y los estragos que estaba haciendo la crisis en el amor, se fueron riendo, felices con la broma y quizas intentando cambiar por un día una estadística tan deprimente .
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