No hay como comer en el campo.
Ayer, tras una mañana para disfrutar de la naturaleza, aprovechando que alguien tenía que trabajar y como gracias a la tecnología te lo puedes llevar contigo, nos hemos ido todos a comer de picnic al jardín de mis padres.
Tiene en cada rincón recuerdos de mi niñez y puedo decir que he visto crecer los arboles e incluso plantar alguno, es un lugar donde se nota que que el campo esta en equilibrio, un jardín maduro, un poco salvaje, pero con ese encanto que dan los años. Allí, bajo el carballo centenario la comida sabe a gloria.
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