miércoles, 15 de agosto de 2012

lo que queda del día




Me encanta madrugar, despues de una noche pacífica, sin pesadillas infantiles ni interrupciones causadas por la ansiedad laboral, andar por la casa en silencio, oyendo simplemente el sonido del viejo  reloj de  propaganda de algun medicamento que ahora está la cocina y junto al timbre que queda en el salón con la palabra enfermera grabada en su superficie, son los últimos retazos de la vida anterior de la casa que nos recuerdan diariamente que en su vida anterior  nuestro hogar fue la consulta de un médico.

La mañana de hoy, soleada, tras una día que mas se parecía al comienzo de noviembre que a uno de agosto, promete una vuelta al verano y a llevarnos a una jornada de campo, aprovechando que es día festivo, para celebrar el santo de mi madre, como toda la vida desde que tengo recuerdo, convertida en la celebración mas importante del año, tradición heredada de los tiempos de mi abuela. No recuerdo faltar ningun día, siempre ha condicionado mis vacaciones ya que nunca me lo quise perder, y así será mientras pueda.

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