lunes, 28 de mayo de 2012

domingo, 27 de mayo de 2012

como un percebe



Durante el cafe semanal con una amiga de toda la vida, donde aprovechamos para ponernos al día, yo mas que ella, de las últimas novedades de la ciudad y de los conocidos, y acabando como siempre en el temita que nos ocupa la mayoría de nuestras conversaciones telefónicas entre cafe y cafe, en los paseos con el peque en el parque, en las cenas, fines de semana, vacaciones reparadoras y veraneos juntas desde la adolescencia, que es como no....los problemas amorosos que siempre la persiguen, que no son pocos, pero que son siempre parecidos o los mismos y tras intentar consolarla, comprenderla y no llevarle demasiado la contraria, en un ataque de sinceridad le dije que ya estaba bien de ser una anémona, siempre dejándose mecer por las aguas profundas y atrayendo a su alrededor a  peces payaso. Tras unos segundos de silencio, en los que pasé por un arrepentimiento por ese exceso de claridad, ella me contestó que realmente tenía razón, que lo de ella no era mala suerte, como muchas veces lo habiamos pensado si no que le gustaban las relaciones complicadas y como las anémonas vivían dejando pasar los payasos, que la usaban para esconderse de la vida.
Me fui pensando qué vidas mas distintas llevamos y que caminos distintos habiamos elegido o mas bien nos habian elegido, cuestión de suerte, y pensé en que yo en cambio era como un percebe, aferrada a mi roca familiar, con una vida golpeada por el oleaje de aguas frías que batían sin cesar, pero que teniamos la ventaja de disfrutar de magníficas puestas de sol y dormir bajo el manto de estrellas.

lunes, 7 de mayo de 2012

cuando cante el gallo



Mama, cuando cante el gallo hay cole?, con esta frase mi hijo me hace sentir que vivimos en una granja, en medio de las montañas, en lugar de una ciudad de provincias, donde un gallo no pinta ni canta. Es el poder de los cuentos, para él, mañana significa el momento del canto del dichoso animal, así aprendemos expresiones y palabras que se adaptan a nuestra vida cotidiana, y acabo diciendole yo: hay que dormir, pues cuando cante el gallo hay que ir al cole. Y de esta manera vivimos luchando con  malandrines, nos quedan dos minutos antes de que se acabe el oxigeno para ir a merendar, y nos iremos de vacaciones a Tantonburgo a ver esculturas y cuadros de Anibal. La vida se convierte con él en algo muy especial.
Pd. Por cierto la luna esta mañana no quería irse a dormir cuando cantó el gallo.

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