Hay días especiales, pequeños bocados de felicidad y si tengo la suerte de compartirlos con amigos se convierten en días perfectos.
Acabo de recibir las fotos y yo también recuerdo el último viaje que hicimos juntos en el final del verano a esa playa desierta de un rincón de la Costa da Morte para comernos una de las ultimas centollas de la temporada, celebrando nuestro reencuentro; el paseo y la siesta entre las rocas hasta la subida de la marea, la botella rellena de arena con la que jugamos al futbol, ante la mirada atónita del marinero que pintaba su vieja barca y llamaba con intensidad a su perro, decidido a abandonar su vida aburrida por unos momentos y disfrutar de la extraña pandilla que alborotaba la tranquilidad de su vida cotidiana.
Hoy volví a revivir ese día, con tu mensaje y aun siento la arena en los pies.
"Con este frío que casi hiela el corazón, mis recuerdos hacen de las suyas y me transportan aquel viaje. Ese de tantos, que organizamos en un plis, plas, solo cinco minutos antes de salir nos preguntamos, al norte o al sur, al mar o a la montaña. Eso si, siempre buscando un buen lugar donde deleitar nuestros exquisitos paladares.
Carnota nos
recibió con un día espléndido, de esos que decían nuestros abuelos que
no abundaban en Galicia, pero que este cambio climático hace el poder
disfrutar de un día en Septiembre como si estuviéramos en el mismísimo
Caribe.
Que dulces recuerdos."
