lunes, 23 de abril de 2012

el regalo de boda







Creo que ya había comentado en algún post anterior que no me gustan las bodas, sin embargo, si en ocasiones acudo a tales eventos, no es por la alegría inabarcable que se respira, ni por la cantidad de metros de telas de fiesta que te envuelven alrededor, desconocidos a los que hablas de lo fantástico que está todo, docenas de flores, kilos de maquillajes, zapatos de tacones kilométricos, brindis por los novios, los padrinos o por la abuela, horas de espera a la puerta, en medio y a la salida, hasta llegar a casa exhausta y agradecida por la invitación y porque al fin puedes descalzarte y tirarte a dormir, no sin antes hacer el ancla, para no caerte del barco. 
Las razones por las que no suelo acudir, aunque todo lo anterior de algún modo influye, es que sólo me gusta celebrar una ceremonia tan intensa con la gente a la que aprecio de verdad, los amigos.
El principal problema al que tengo que  afrontar en una boda, es el regalo, como no entro en lo del número de cuenta, ni la lista de boda, ni el sobre a la salida, la dificultad radica en que quiero que el regalo sea especial, tiene que gustarme, pero sobre todo que le guste a los novios. Como es dificil coincidir en estas dos características, en la mayoría de las ocasiones, aun están esperando por el regalo, o ya no lo esperan y llega un par de años despues o nunca llega.
Este verano he estado en un boda, una boda especial, de amigos especiales en la que puedo reconocer que
me divertí y disfruté de las horas; con una mesa realmente interesante, entre un artista fotógrafo al que admiro, un amigo íntimo y el padre del novio, psicoanalista, con una interesante vida interior y exterior, además de mi especial marido, la boda transcurrió sin enterarme. Pero por supuesto, los novios se fueron de viaje sin saber nada de nuestro regalo y así hasta que el regalo nos encontró.
Tengo una amiga editora de libros, que me enseñó sin darse cuenta, el regalo perfecto, una obra que escondida en un rincón de su estudio y realizada en un material tan sutíl como la cartulina, parecia tener vida, ya que había recibido un soplo de magia que nos transportaba al mundo de los sueños.
No lo dudé, los amigos especiales tenían al fín un regalo especial: ELIZABETH de JACK MIRCALA abandonaba el mundo de los cuentos, para cobrar vida. Salida del libro SINIESTRAS AMADAS forma parte ya de la vida de Olaya y David. Creo que a veces merece la pena esperar, ellos así me lo han confirmado.



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