viernes, 2 de agosto de 2013

un mar de lenguas


Ni siquiera fueron quince días, demasiado poco, pero fueron dedicados con intensidad al descanso. Hacía años que no pasaba tantas horas seguidas en la playa bajo un toldo barraca portugués. Construir piscinas de agua de mar para los pitufos es mi especialidad, creo que voy a montar una empresa especializada (para quien quiera aprender, sólo hace falta un cubo lleno de agua de mar, enterrado al ras de la arena y poner un trampolín con un palo de madera, de esos que el océano abandona, y a disfrutar). De verdad que daban ganas de ser un juguete y dejarse tirar una y otra vez, formando parte de las historias de un niño. Compartir juegos con los niños de entorno, en un mar de lenguas diversas y reirse de las cosas pequeñas es un ejercicio reparador. A veces olvidas lo verdaderamente importante.

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