El año pasado, por estas fechas me padre me pidió si lo llevaba a visitar el Carballo de Santa Margarita, el árbol, un roble centenario que lleva enfrentandose a los avatares de una vida dificil y testigo de la historia de un barrio de las afueras de Pontevedra, forma parte de manera muy cercana de la historia de la vida de mi padre. A causa de los estragos de la edad, su memoria, grandiosa durante muchos años, en la actualidad es mas frágil que un suspiro, pero de lo poco que recuerda de su vida y sobre todo de su infancia, está este árbol.
Allí nos fuimos y puse en el blog una foto de aquel momento, para mi inolvidable, donde a pesar del calor, nos sentamos bajo su sombra y disfrutamos del silencio del momento.Yo no lo iba a olvidar.
Desde que el tiempo cambió y dejó de llover, mi padre volvió a pedirme que lo llevara a ver el árbol, no recordaba nuestra visita de apenas hace un año. No podía decirle que no y retrasé la visita esperando que el tiempo nos diese una tregua, pero como esta no llegaba y debido a su edad y a su enfermedad no quería retrasar su ilusión. Así que volvimos Santa Margarita y nos sentamos a disfrutar del momento como si fuera la primera vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario