miércoles, 28 de noviembre de 2012

cuesta arriba



Hay días que todo se nos hace cuesta arriba. Con el calle fría como un témpano y las pocas ganas de trabajar, dan ganas enormes de quedarse bajo el calorcillo del hogar. Ayer por la mañana tuvimos que hacer una paradita y que bien nos vino. El pequeño pasó una mala noche, bueno, no fue tan mala, pero esa fue la disculpa. Lo dejé dormir hasta que se cansó; con cuatro años uno puede romper la rutina y yo con ella. Nos quedamos en casa y que bien lo pasamos, a pesar de que me propuse que no fuera muy divertida, no lo conseguí. Rodamos una película de piratas y me salvó de los malandrines y de los tiburones unas doscientas veces y me reí como hacía tiempo, fue una cura de alegría.
A veces es lo que hace falta, romper la rutina de locos que tenemos y pensar que la vida está para eso, para romper inercias estúpidas, estipuladas sin pensar en el bienestar que nos produce la felicidad de una mañana de pijamas. 
Esta mañana, volviamos a estar malísimos, enfermísimos, pero tuvimos que volver a la dura realidad, de volver a hacer la i minúscula y el número 3, que nos trae fritos, pero se fue al colegio mas contento, quizas recordando la película que rodamos ayer y que es nuestro secreto. Como se entere la profe me va a poner fina.

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