jueves, 22 de noviembre de 2012

has estado genial

 

Menudo día, frío hasta la médula y a las carreras desde primera hora. Por razones de trabajo, tuve que sustituir a alguien que debía hacer una presentación en un curso, que debido a su capacidad de trabajo y no tener el don de la ubicuidad se iba a encontrar a unos cuantos kilómetros del acto. 
Y así me encontré yo, corriendo, vistiendo al pequeño, que vomitaba en el intento de apurar, no pasa nada...no te preocupes, tenemos tiempo, madre mía, no voy a llegar a tiempo, y aun no se que voy a decir, me encierro en el baño y aprovecho a escribir unas lineas, mientras me arreglo, el boligrafo que encontré, verde, ya casi nadie escribe en verde, deja de repente de escribir, me paso al azul, miro la hora, no me da tiempo a terminar, salgo pitando, besos a papa y al pequeño y a correr, por la calle y sin parar hasta encontrarme a un asistente al curso y parada en seco, medioasfixiada, disimulo el revoltijo de papeles arrugados que llevo junto al bolso. Entrada triunfal, roja como un tomate y tarde, todos esperaban, me siento política aficionada por un momento, entre sesudos especialistas que flipan un poco con mi llegada y no me conocen en su mayoría, que hará esta tía aquí, a que se dedicará, intento sonreir, sentarme en mi sitio, me lío con el bolso, el abrigo y pongo los papeles en la mesa, el que la preside mira para los papeles, me mira con cara de pez y comienza el acto, me presenta y alla voy...no se bien lo que digo, pero parece que tiene algo de sentido, todo el mundo está callado y parece que me atienden. Al fin se acaba y parece que comienzo a respirar con mas calma, tengo unas ganas enormes de beber la botella de agua que me han puesto, pero con la carrera soy consciente que voy a empezar a destilar, empiezo a tener consciencia de donde estoy y lo que hago allí.
La presentación se termina, me levanto, vuelvo a engancharme con el bolso, el collar golpea contra la mesa, que es de cristal y casi mata del susto al presidente de la misma, me mira con cara de pena y aprovecho para despedirme, ni se enteran. Menos mal que la amiga que me quiere como soy y está entre el público me dice: has estado genial. Seguro que si.                                                                                                            

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