Un día completo, despues de la tempestad amaneció un día para viajar, al mar, a donde el sol se va a dormir: La playa do Lago en Muxía era hoy un pequeño paraíso y aunque nos costó llegar, perdidos entre horreos, maizales y pequeños pueblos de piedra, como turistas aficionados, conseguimos ver acostarse el sol. Después hemos disfrutado de una pequeña suiza en casa de unos amigos, entre chocolates y maderas traidas de los cantones, donde por momentos sólo nos faltó la presencia de Heidi.
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