Ayer ingresó mi padre en el hospital para cambiar las pilas al marcapasos, él, que siempre se rió hasta de su sombra, hace de una intervención necesaria para ayudar a su cansado corazón, un motivo de alegría considerando la llamada desde el hospital, un regalo de navidad adelantado.
El pequeño, al que le hemos hablado que al abuelo le van a cambiar las pilas, que están situadas cerca del corazón, le parece algo bastante normal, habituado a sus juguetes y a la necesidad de sustitución cuando se gastan. Como dice un amigo que ya pasa de los ochenta y tantos, cuando le pregunto que tal se encuentra de sus múltiples achaques: Ay, ya sabes que ahora uno no se muere de viejo, se muere de podrido. Broma de edad, pero que razón tiene.Suerte poder estrenar pilas por navidad.
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